Amsterdam (en realidad Diemen -casiAmsterdam-), es el lugar donde está mi vivienda. Llegué hace casi una semana. Todo ha sido movimiento. La primer sensación fue de extrañeza. Francamente no me halaba. El lugar me parecía lejano... y yo una vez más extranjero.
Pasé por todo un menú de sentimientos: miedo, tristeza, inseguridad, saudade. Pero la verdad es que pronto he dejado de extrañar.... esto es el lugar y los problemas. La gente... bueno, no los extraño porque me dejaron un gran calor en el corazón con todo el amor durante las despedidas -aún aquellos a los que no tuve el buen tino de encontrar-.
Prono, no obstante, ha dejado de haber espacio para extrañar. Todo ha sido novedad. Cada lugar, cada palabra, cada detalle, cada hora. Sorpresa tras sorpresa se acumulan como capas de una memoria que voy absorbiendo por la piel. Al principio todo fue tan raro. Me la vivía perdido. Pero mi buen sentido de orientación ha ido recobrando sus viejos hábitos, y a base de perderme, no sólo he dejado de sentirme perdido: ahora siento una vaga familiaridad con los espacios y una leve tentación de llamarlos casa. Pues casa es donde uno mejor se siente. Y yo me siento de lo mejor. Soy muy afortundado.
No quiero abrumarlos con mucho en la primera entrega. Poco a poco los iré adentrando en este mundo. Un detalle a la vez. Un personaje por aquí, un personaje por allá. Un rincón. Una anécdota. Para que poco a poco, quienes decidan seguir este "hilo de imágenes" y camina por esos lugares a los que llamo "emociones", puedan hacerlos un poco suyos.
Y como se trata de compartir, tomé prestado por esta sola entrega el viejo nombre de Cóndor Volador Inmigrante que Evelyn me hizo el favor de recordar. Lo uso tan sólo para conovocar viejos quereres y en el encuentro encontrar un nombre propio para este espacio que si bien es muy mío, espero pueda ser aunque sea un poco suyo....
¿Cómo le ponemos al blog?
Un abrazo,
D.